La festividad principal se celebraba el 25 de marzo, o día de Nuestra Señora de Marzo, festividad de la Anunciación o Encarnación, título bajo cuya advocación está la imagen. No se especifican los actos litúrgicos que se realizaban, aunque deducimos que se celebraba una vigilia la noche del sábado, a la que acudían cofrades y devotos, pasando la noche en la ermita y llano, con un carácter eminentemente festivo, cantando y bailando, que al realizarse algunas veces dentro de la iglesia da lugar a la prohibición de los visitadores, como ahora veremos. Al amanecer tendrían lugar las celebraciones eucarísticas, finalizando con la procesión, pues la imagen dispone así mismo de unas andas “unas andas de madera para sacar en procesión a Nuestra Señora”, que iban cubiertas con una especie de palio, y que en los inventarios figura como cielo para las andas.
Del carácter alegre y festivo, muy parecido al actual, que tenían estas celebraciones, queda constancia cuando los visitadores han de prohibir el que se baile y cante dentro de la iglesia por considerarlo “cosa fea y deshonesta” por tanto “de parte de sus Altezas (Reyes Católicos: Isabel y Fernando) vos mandamos que de aquí adelante ningunos cofrades ni otras personas cuando así fuereis a velar no seáis ni sean osados de llevar vihuelas, ni panderos, ni otra cosa de pasatiempo, ni bailen ni dancen dentro de la dicha iglesia”. Para los que infrinjan este mandamiento recibe el alguacil del cabildo facultad de imponer una multa de hasta ciento cuatro maravedíes, la mitad para los propios de la cofradía y la otra mitad para el dicho alguacil.
Era costumbre que la cofradía repartiese pan entre los asistentes a la romería, así en la visita de 1501 se le justifican al mayordomo “diez fanegas de trigo que se fisieron servir para el pan que se comió el día de la fiesta”, este trigo procedía de los bienes de la cofradía y de las limosnas de los devotos, ya casi al final del siglo dos personas dispusieron legados perpetuos en trigo, como queda patente en el siguiente artículo que publicamos en el año 2002.
En el año de 1578 el joven y desventurado rey de Portugal, don Sebastián, llevó a cabo un descabellado proyecto, que llevaba varios años preparando con la opinión contraria de su tío Felipe II, rey de España, y de sus principales consejeros portugueses, tal proyecto no era otro que el pasar a África en ayuda del destronado sultán de Fez y Marruecos, desposeído de su reino por su tío Abd-el Malik (el Maluco).
A finales de junio de 1578 partía el ejército compuesto de 7.000 hombres, 2.000 de ellos castellanos, y tras desembarcar en África tomaron el camino de Larache, para entablar definitiva batalla, el día 4 de agosto de 1578 en los llanos de Alcazalquivir. El ejército portugués luchó valerosamente, pero sucumbió ante la enorme superioridad numérica de los marroquíes. En esta batalla perdieron la vida los tres reyes en contienda, don Sebastián con 24 años de edad, desaparecido en el caos de la batalla; el destronado sultán Muhammad, ahogado en su huida al vadear un río, y su oponente el rey “Maluco”, que encontrándose enfermo participó en la batalla y murió sobre su caballo de muerte natural. También perecieron un gran número de nobles portugueses y españoles, capitanes y soldados y de los que no murieron gran cantidad quedaron cautivos.
Como consecuencia de la batalla y desaparición del rey don Sebastián, Felipe II sería proclamado rey de Portugal y durante sesenta años se logró la unidad de la Península en un solo monarca.
Como ha ocurrido en todos los hechos de armas que han tenido lugar en los Reinos Hispanos los hijos de Porcuna no permanecieron ajenos y participaron en tal batalla. En el Archivo Histórico Nacional, Órdenes Militares, sección Histórico de Toledo con el número 37.904 se conserva un pleito de más de 200 folios por el que conocemos la participación de los porcuneses en esta luctuosa batalla.
Uno de los participantes Gonzalo Valdivia Carranza, natural y vecino de Porcuna, hijo de Juan de Medina Carranza y de Beatriz de Valdivia, antes de partir otorgó testamento en esta villa el 21 de junio de 1578 y en él disponía que a su muerte se diesen a la cofradía de Alharilla “perpetuamente para siempre jamás” cinco fanegas de trigo por Navidad a cargo del su molino harinero situado en el río Salado (en Carrancio en la llamada Huerta del Santo).
Cuatro años más tarde el 28 de agosto de 1582 comparece ante Marcos López de la Cova, alcalde ordinario de la villa, el mayordomo de la cofradía Francisco Ruiz de Alonso Hernández y dijo:
1º.- que Gonzalo de Valdivia Carranza vecino que fue de Porcuna, antes de ir a la jornada que el rey de Portugal hizo a Berbería, otorgó testamento y ordenó dar a la cofradía de Alharilla cada año, perpetuamente, cinco fanegas de trigo por Navidad, a cargo de su molino harinero situado en el Salado,
2º.- que el dicho Gonzalo desapareció en la batalla y que lo heredó su madre doña Beatriz de Valdivia y a ésta Hernando de Carranza, otro hijo y hermano,
3º.- que el licenciado Rincón prior de San Benito había condenado al dicho Hernando a pagar 20 fanegas de trigo que se debían a la cofradía por suponer que Gonzalo había muerto en la batalla y
4º.- que debía cumplirse el testamento.
Hernando de Carranza recurre esta sentencia ante el Rey alegando que nadie vio muerto a su hermano Gonzalo y por lo tanto es probable que viva como cautivo de los berberiscos. Además aduce que dejó muchas deudas que hay que saldar, antes de cumplir el legado, y que a Gonzalo le correspondía solamente la mitad del molino.
Por orden real se abre una información en la que declaran, como testigos, destacados miembros de la sociedad porcunense, como son Francisco Bonmás Mazuelos, Pedro de la Nava Valdivia, Bartolomé Serrano, Francisco Gutiérrez Coronas y Francisco de Acuña que coinciden en señalar la creencia de que Gonzalo no ha muerto, ya que otros vecinos de la villa que fueron a la batalla y volvieron no lo han confirmado, ni lo vieron muerto en el campo de batalla después de acabada ésta, y que antes creen que estará cautivo, pues se han dado muchos casos de desapariciones y pasar veinte años o más y después volver, tras haber sido rescatados de su cautiverio. Todos coinciden en señalar, con su hermano Hernando, las muchas deudas que dejó.
La sentencia definitiva se demoró hasta el 27 de julio de 1592 en ella el Consejo de Órdenes condena a Hernando de Carranza, que ya había fallecido y a sus hijos y herederos, a cumplir el testamento y pagar los atrasos. Desde entonces en los inventarios de la Cofradía aparecen como bienes estas cinco fanegas de trigo anuales, juntamente con otro número (variable) de fanegas que corresponden a la veintena parte del arrendamiento y fruto del molino de la Dehesa (Muela o de los Potros), llamado de Cantarero, que dejó, en testamento otorgado en Porcuna a 16 de julio de 1592, Bartolomé Ruiz de Escavias Cantarero con la obligación perpetua de decir dos misas anuales por su alma, una el 25 de marzo, día en que se celebraba la fiesta y romería, en la ermita y otra el día del Corpus Christi, “en la capilla y ermita del hospitalico de la villa”, que mantenía con sus limosnas la cofradía en la calle Real, aprovechando que la Virgen era trasladada a la villa para participar en la procesión, pagando por cada misa tres reales, y de repartir entre los asistentes a la romería, el 25 de marzo, una fanega de pan cocido: “así mismo que el día veinte y cinco de marzo que se celebra la fiesta de Nuestra Señora se reparta en su ermita del campo entre los que allí asistan una fanega de pan cocido”.
Desconocemos la suerte que pudo correr Gonzalo Valdivia Carranza, si su desaparición se debió a muerte o cautiverio, aunque nos queda la constancia de que algunos cautivos volvían y acudían a dar gracias a la ermita de Alharilla, dejando como exvotos las pruebas de su cautiverio, así se recoge en los inventarios en los que figuran “dos grilletes con sus manillas y una daga atravesada” donados por algún devoto agradecido por su rescate, que sin duda atribuiría a la intervención de la Santísima Virgen de Alharilla.
LA VIRGEN DE ALHARILLA Y LA PROCESIÓN DEL CORPUS CHRISTI
(Publicado en el Programa de la Romería de Alharilla del año 1999)
Son muchos los lugares, villas y ciudades, de España en donde se mantiene la tradición de que en la procesión del Corpus Christi, figuren entre otras las imágenes de su Virgen o Santos patronos. Según nos relata Manuel Heredia en su Historia de Porcuna, en el siglo pasado (XIX) en la procesión del Corpus Christi de Porcuna acompañaban al Santísimo distintas imágenes: “era sacada la Virgen de la Guía el día del Corpus Christi, en unión de las de San Juan Evangelista, San Juan Bautista, San Marcos y la Custodia, en su recorrido plagado de altares sencillos, montados por vecinos piadosos a la puerta de sus domicilios, cuyo suelo aparecía materialmente tapizado por capas de juncia, mastranzo y otras hierbas olorosas como homenaje al Santísimo”. Como observamos en la fecha que cita Heredia siglo XIX, no era costumbre que figurase en dicha procesión la imagen de nuestra Patrona, pero tenemos referencias del siglo XVI y XVII que demuestran que acompañaban al Santísimo en este día las imágenes y cofradías de Alharilla, la Coronada, que disponía de “Unas andas de madera pequeñas para sacar a Nuestra Señora el día del Corpus Christi”, Cabeza, Santa Ana, Purificación o Candelaria, Aurora, y Guía.
La primera referencia a la Virgen de Alharilla la hemos encontrado en documentos de 1574 en la que se hace constar que la Virgen de Alharilla era traída al pueblo para la fiesta del Corpus Christi. Tal referencia se encuentra dentro de un interesante memorial impreso en 1718 por la Imprenta Real, con el título “La Orden y Caballería de Calatrava y su procurador general en su nombre, sobre la perturbación que a su derecho de erigir las iglesias de sus tierras, hace el arzobispo de Toledo, contra los indultos apostólicos y la práctica de más de cinco siglos”.
En él se contienen referencias y copias de 36 provisiones, células, licencias, títulos y órdenes reales referentes al pueblo de Porcuna. De ellas 29 son provisiones de capellanías existentes en la iglesia parroquial o de Santa María la Mayor de Porcuna (es de señalar que el título de nuestra parroquia antes de denominarse de Nuestra Señora de la Asunción fue éste y no el de Santa María de la Coronada, título de un priorato cuya iglesia se arruinó en el siglo XVI, y aunque se conservan los planos para su reedificación, nunca más se volvió a construir, estaba situada en la llamada plaza de la Coronada, hoy Teniente Escobedo o llanete de la luz o de Carlicos, para los más ancianos, en otra ocasión publicaremos los planos y la historia de esta iglesia). El resto de documentos que se copian son: licencia real para edificar la ermita de San Ildefonso, licencia real para que Luis Pérez Hurtado edifique la ermita de Niño Jesús, licencia a Diego Pacheco para hacer un arco con enterramiento en la iglesia parroquial, cédula en la que consta que el convento de dominicas de Porcuna se fundó con licencia de la Orden de Calatrava, licencia real para fundar el convento de franciscanos, licencia real para trasladar el hospital de san Juan de Dios a la ermita de la Vera Cruz y conformación real de un contrato hecho entre don Miguel de Padura y la Cofradía de Jesús Nazareno de Porcuna.
Volviendo al tema que nos ocupa diremos que está contenido dentro de la licencia dada en Madrid el 6 de diciembre de 1574 firmada por su majestad el rey Felipe II, cuya copia literal se incluye en este memorándum. Por esta real cédula se aprueba el testamento otorgado en la villa de Porcuna el 17 de noviembre de 1557 por Catalina García, mujer de Pedro López, en el que ordenaba, que después de fallecidos ambos, se hiciese en las casa de su morada una ermita al bienaventurado San Ildefonso, dejando para ello un olivar en la Alameda y todos sus bienes muebles, y que una vez vendidos su importe se utilizase en la construcción de la ermita, en hacer una imagen de San Ildefonso y los ornamentos correspondientes para el culto. Agregando además que un haza que tenía en la Fontanilla quedase para fábrica o mantenimiento de la ermita, “con cargo y obligación de que se han de decir dos misas en cada un año perpetuamente, una el día que se trae la imagen de Nuestra Señora, que dicen de Alharilla, para la fiesta del Corpus Christi y otra el día de Señora Santa Catalina”. Habiendo fallecido ambos esposos, el rey, en la fecha indicada de 1574, aprueba dicha fundación y nombra capellán de la misma a Juan Ximénez de Carpio.
Siempre nos ha llamado la atención el hecho de que existiesen numerosas mandas ordenando oficiar misas a la Virgen de Alharilla el día del Corpus en su ermita y hospital, que después fue conocido como de San Antón, situado en la calle Real. Ahora esta breve referencia nos hace conocer el motivo, este es, que el día de Corpus la Virgen de Alharilla estaba presente en su “casa” de Porcuna, ya que esta ermita y hospital había sido fundado por su cofradía a finales del siglo XV, para que las personas que no podían desplazarse al Llano pudiesen tener un lugar de culto en el pueblo, y a la vez para cumplir con la obra de misericordia “dar posada al peregrino” por medio del hospital. Por tanto al venir la Virgen para la procesión del Corpus residía en su propia casa del pueblo y aquí recibía el tributo de ancianos e impedidos que no podían trasladarse a su ermita. Puede que de este hecho arranque también la tradición mantenida hasta la guerra civil de elegir al hermano mayor el día del Corpus Christi, una vez finalizada la procesión en el hospitalico y capilla de Alharilla o de San Antón, y que al ser vendido éste, alrededor de 1920, pasó a realizarse en la iglesia de San Juan Bautista, aunque desconocemos cuando se inició la tradición de celebrar la elección en tal día, ya que en el siglo XVI la elección se venía realizando el día siguiente a la fiesta titular de Alharilla, que era el 25 de marzo, día de la Encarnación, de la Anunciación o de Nuestra Señora de Marzo ya que con estos tres nombres figura en los documentos de la época.
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Debió ser norma que los cofrades celebrasen la fiesta con una comida a expensas de la cofradía, en el inventario de 1501 se recogen: “cierto vedriado que son como ollas grandes e como jarros e LXVI platos, CIX escudillas, CXXVII salseras e dos cántaros e dos tinajuelas./ Una cuchara de fierro./Una caldera mediana y otra grande. (continúan los enseres, pero al original le faltan los pedazos y es imposible continuar su lectura)”. En esta misma visita se especifica que no se gasten fondos de la cofradía “sy non fueres en cera o para salario del clérigo y sacristán de la vigilia e misa que se dice o en la colación que dais al tiempo de la vocación y esto templadamente y en reparar la iglesia y casas de ella y su hospital”
El año 1515 los visitadores son informados que los comisarios de Cruzada, que habían inspeccionado las instituciones eclesiásticas de la villa, habían multado a la cofradía con “muchos maravedíes” a causa de los gastos que los cofrades habían hecho de los propios de la cofradía en comidas y bebidas y ordenan que no se vuelvan a gastar fondos de la cofradía en tales comidas y bebidas, pues tanto los gastos que se realicen como las multas que impongan los comisarios “no vos serán recibidos en cuenta y los pagaréis de vuestros propios bienes”.No solamente cuidaron los visitadores de que no se gastasen fondos de la cofradía en las comidas de los cofrades, sino que su intervención llega hasta delimitar cuando han de hacerlo y la cantidad máxima que pueden gastar en estos menesteres, aunque de sus propios bienes, sin tocar los fondos de la cofradía. En la visita de 1565 existe un mandamiento en este sentido: “Y porque de las dichas cuentas resultó que hacedes muchos gastos de la dicha ermita, así en comer como en beber y como quiera que en todo ello pudierais ser condenados, por ser gastos excesivos y reservando en nosotros la ejecución de ellos sobre los pasados, de parte de Su Majestad y Orden vos mandamos que de aquí adelante no hagáis ni gastéis cosa alguna de los bienes de la dicha cofradía y ermita en las dichas comidas y bebidas, salvo en los reparos de la dicha ermita y del hospital de ella y en camas para los pobres que a él vinieren, so pena de los que así gastáredes e mandades gastar lo paguéis de vuestros propios bienes e no vos será recibido en cuenta, so pena de quinientos maravedíes para las camas del dicho hospital; y si alguna cosa hubiéredes de gastar en comer y beber, solamente el día que celebráis la fiesta de la dicha ermita que es el día de Nuestra Señora de Marzo y aquella vez se gaste solamente un gasto moderado que no exceda de cuatro mil e quinientos maravedíes y éstos serán de vuestros propios bienes como dicho es y no de los bienes de la dicha cofradía so la dicha pena”.
5.4.- Privilegios.
También en los inventarios figura “una bula de perdones en pergamino” o “la bula de la perdonancia”, así como “una tabla de perdones”. La bula de perdones debía ser un privilegio, ignoramos quien lo concedió, por el que obtenían ciertas gracias, contenidas en la denominada tabla de perdones, los fieles que acudían a la ermita. De ello nos hablan los visitadores en el mandamiento de 1501, en el que nos indican que habiendo conocido que cuando los cofrades y otras gentes van a la ermita, como tienen por costumbre, a velar y ganar los perdones se producen ruidos y disputas dentro de la iglesia a causa de llevar panderos y vihuelas, con los que danzan, bailan y cantan, por tanto mandan de parte de sus altezas (se refieren a los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, administradores perpetuos de la Orden de Calatrava), que nadie baile ni dance, ni altere el orden dentro de la iglesia, y dan poder al alguacil de la villa de Porcuna para que vaya a la ermita y pueda coger las armas, vihuelas, panderos y otras cosas que se lleven, imponiendo de multa, a los que incumplan lo ordenado, ciento cuatro maravedíes, la mitad para los propios de la cofradía y la otra mitad para el alguacil y que los incumplidores pierdan los objetos que le sean requisados.
Otro gran privilegio fue alcanzado, según documento existente en el Archivo Vaticano, en 26 de febrero de 1594, fecha en que el Santuario de Alharilla es declarado filial a la iglesia de San Juan de Letrán de Roma y el altar del Santuario queda incorporado a dicha basílica gozando de todos los beneficios e indulgencias que a tal filiación correspondían. De este mismo privilegio gozaba la iglesia de San Benito desde 1611.
Todos sabemos que la basílica de San Pedro del Vaticano es la sede del Papa y la primera de la Iglesia Universal, sin embargo se ignora que la catedral de Roma y la que corresponde al Papa como obispo de la ciudad es la de San Juan de Letrán, que fue la primera iglesia de la cristiandad, consagrada el 9 de noviembre del año 324 (lo que se conmemora actual y anualmente en la liturgia del día 9 de noviembre), siendo la basílica primada y principal de la Iglesia y residencia de los Papas desde el emperador Constantino hasta la construcción de San Pedro y en ella se celebraron todas las grandes ceremonias y cinco concilios ecuménicos.
Pues bien la iglesia de Alharilla lo mismo que la de San Benito estaba “unida e incorporada” a ella de lo que existían breves y privilegios papales, consiguiéndose en Porcuna las mismas gracias e indulgencias que se conseguían en la de Letrán en Roma, por documentos relativos a la de San Benito sabemos que entre estos privilegios estaba la indulgencia plenaria por cada misa que se dijese en su altar. En la visita de 1611 a San Benito se reflejan estos privilegios: “ …….el dicho licenciado Barreda a su costa y trayendo muchas indulgencias, de manera que cada una misa que se diga en el dicho altar se saca un ánima del purgatorio y con quier cosa que se rece se gana indulgencia plenaria y finalmente se ganan en la dicha iglesia todas las gracias en indulgencia que se ganan en la iglesia de San Juan de Letrán en Roma, porque a instancia del dicho licenciado Barreda la dicha iglesia de señor San Benito está unida e incorporada con la dicha iglesia de San Juan de Letrán de Roma que tiene breves y privilegios …”
Todo esto con el paso del tiempo ha ido cayendo en el olvido por lo que creo que sería muy interesante indagar e intentar hacer las gestiones necesarias para ver si estos privilegios tienen validez en la actualidad, lo que redundaría en beneficio espiritual de todos los devotos de la Virgen de Alharilla, de San Benito y de nuestra comunidad cristiana.
5.5.- Ordenanzas y mandatos
Figura en los inventarios, “el libro de las ordenanzas”, en el cual debía contener los estatutos por los que se regía la cofradía, aunque en la averiguación de 1569 el mayordomo Marcos López Cobo declara: “Ítem se declaró por el dicho mayordomo y oficiales que ha muchos años que se instituyó la dicha cofradía y no saben con que licencia y mandato y que no tienen otras ordenanzas más de aquellas que los señores visitadores hacen al tiempo que visitan y toman las cuentas de la dicha cofradía”, lo que puede comprobarse en las distintas visitas en que los visitadores dan mandatos tendentes a mejorar el funcionamiento de la cofradía.
En la visita de 1535 se dan más mandamientos completando o aclarando las ordenanzas, en primer lugar se disponen que el prioste-mayordomo y cofrades se reúnan cada año el día de la fiesta o en los siguientes y tomen las cuentas al prioste-mayordomo cesante, haciéndolas asentar el libro de la cofradía, para que luego las puedan examinar los visitadores, el gobernador del partido o su alcalde mayor, para lo cual mandan también que la cofradía elija un escribano que sea persona honrada y capacitada que lo sepa hacer bien, al cual se le dará un salario moderado por su trabajo, siendo dicho escribano responsable de los errores que por su culpa o negligencia ocurriesen, todo lo cual ha de ser cumplido por los cofrades bajo pena de dos ducados de oro para reparos de la ermita.
El segundo mandamiento hace referencia a la elección de cargos anuales, pues al parecer el gobierno de la cofradía estaba en manos de unos pocos, que cada año se repartían los cargos sin dar oportunidad a los demás cofrades de acceder a ellos. Por tanto se ordena que cada año, antes de cesar en sus cargos los alcaldes, regidores, oficiales y mayordomo, elijan quince personas honradas y capacitadas, que no hayan ejercido cargo en ese año, y entre ellos echen a suertes los oficios de la cofradía, comenzando por el oficio mayor hasta el menor, y teniendo los elegidos la obligación de servir sus cargos, bajo la pena de ser expulsados de la cofradía y pagar una multa de dos ducados.
Por el tercero se ordena que a todas las reuniones de la junta de gobierno se llame al rector de la iglesia parroquial, para que esté presente por sí o por su delegado, guardándole el respeto debido, y no se podrán tomar acuerdos sin su presencia, bajo la pena de dos ducados a cada cofrade que “se hallare en hacer lo contrario”. También se ordena que de cada reunión se levante acta encabezada por el día, mes y año y las personas que asistan, las cuales firmaran, si saben, junto con el escribano que dará fe de ello.
Por la cuarta se insiste en lo que se repite en casi todas las visitas, que no se den las cuentas, ni visite la cofradía ninguna persona, aunque sea el obispo de Jaén o su delegado, ya que los únicos que pueden hacerlo son los visitadores de la Orden de Calatrava, y por su delegación el vicario o el gobernador del partido de Martos o su alcalde mayor, imponiendo de pena, a los cofrades que les den las cuentas, dos mil maravedíes.
Por la quinta se dispone, que se pueda pedir limosna en la villa de Porcuna y en las otras villas y lugares del partido de Calatrava, tanto en las iglesias como en las calles, para el reparo y ornato de la ermita de Alharilla, “por ser la dicha ermita y casa de Nuestra Señora de tanta devoción”, y encargan a los priores de las iglesias del partido que animen a sus feligreses a dar limosna para este fin.
Parte de estos mandatos vuelven a repetirse, aunque con carácter general para todas las cofradías. En la visita de 1577, nos indican que hay mal orden al tiempo de elegir a los oficiales, porque a causa de que algunos de los salientes debían dinero, nombraban por oficiales a sus hijos y deudos, con el fin de que estos no les hiciesen pagar su deuda, lo que daba lugar a que algunas cofradías estuviesen muy pobres, por ello ordenan que los oficiales no puedan ser reelegidos ni nombrar a los que quisiesen, sino que cada año eligiesen veinte hermanos para echar entre ellos las suertes de los oficios, teniendo los elegidos la obligación de cobrar las deudas. Para evitar esta mala práctica, en lo sucesivo todos los bienes y limosnas de la cofradía sólo deberán estar en manos del mayordomo y nunca de los oficiales, aunque cualquier gasto ha de hacerse con el libramiento de los oficiales y que todo aquel que pida limosna, para la cofradía, la entregue diariamente al mayordomo.
Otras de las funciones de la cofradía según se deduce de los inventarios era la de dar sepultura y ofrecer sufragios por los hermanos fallecidos, para ello dispone la cofradía de “un lecho para enterrar los difuntos” y “un paño de florete negro con una cruz dorada para encima del lecho”. Más tarde, en 1558, se estaba haciendo o se pensaba hacer un panteón para los cofrades y para ello se disponía, entre otros, de 4.500 maravedíes que había donado a la cofradía Pedro de Talavera.
5.6.- Bienes de la cofradía
En este siglo se puede apreciar que los bienes de la cofradía van aumentando de una visita a otra a consecuencia de las donaciones de los devotos. A partir de 1501 dispone de un haza en la Galga de dos fanegas de sembradura y tres olivos que donó Aparicio de Mingo Bueno. En el año 1515 disponía de 27 ovejas, procedentes de otra donación, que tenía dadas a renta a razón de 17 maravedíes cada una, renta que pareció a los comisarios de la cruzada ser excesiva y que el contrato estaba hecho “en fraude de usura”, por lo que multaron a la cofradía, y más tarde los visitadores dispusieron que para evitarlo se vendiesen las ovejas y el dinero se colocase en un censo. A partir del inventario de 1558 figuran una serie de censos, que se transcribirán al final del capítulo, entre los que destacan los donados por don Francisco de Guzmán, que debió ser un importante personaje ya que llegó a ser rector del Hospital Real de Granada y del que desconocemos su vinculación con Porcuna.
Los visitadores eran muy estrictos en el examen de las cuentas, en este sentido es clave la visita de 1535, siendo mayordomo Pedro Ruiz Garrido, que fue realizada tras un paréntesis de veinte años, la anterior se había realizado en 1515. Tan dilatado período de tiempo debió dar lugar a una relajación en la administración de la cofradía, hasta tal punto que varios mayordomos se quedaron con trigo y ahora con la visita salen a relucir, quedando obligados, a pesar del tiempo transcurrido, a la devolución de lo sustraído y no al precio del trigo en el año de la sustracción o del presente de 1535, sino al mayor de los precios que hubiera alcanzado en los años en que lo tuvieron en su poder. Así encuentran que el año 1517 el mayordomo Martín García Carpintero se quedó con veintiocho fanegas y cuatro celemines de trigo y habiendo fallecido se ordena que las paguen sus herederos; otros que resultan deudores son Antón Martínez de la Blanca, mayordomo del año 1520, en media fanega de trigo, y Alonso Sánchez Garrido, mayordomo en 1525, deudor de once fanegas y media de trigo que vendió a cien maravedíes la fanega. Los visitadores son tajantes en la exigencia de la devolución, ordenando que ha de ser en el plazo de nueve días y por si no quisieran pagarlo, mandan a los alcaldes ordinarios de la villa de Porcuna que sin dilación embarguen los bienes de estas personas y los vendan en pública subasta para pagar la deuda, con la pena, sino lo hacen, de cincuenta ducados de oro. El mandamiento finaliza así: “si necesario es para ello les doy comisión e poder cumplido según lo tengo de Su Majestad y les mando que así lo cumplan so pena del interés de la dicha cofradía e de cada cincuenta ducados de oro para los gastos de ella”.
De esta rectitud y exigencia de los visitadores en la toma de cuentas baste lo ocurrido en la visita de 1565, al tener noticia de que un mayordomo anterior llamado Juan de Montilla había entregado al bordador Juan de Flores, 9.250 maravedíes para hacer un terno, que el bordador no había hecho, habiendo gastado el dinero, por lo cual fue preso a petición del mayordomo-prioste, y estando preso el alcalde de la cofradía Gonzalo de Uclés lo había puesto en libertad. Llamado por los visitadores dicho Gonzalo de Uclés declaró ser cierto lo sucedido y que él lo había puesto en libertad a petición de algunas personas. Como quiera que el dicho Juan de Flores había desaparecido y no tenía bienes los visitadores dispusieron que Gonzalo de Uclés pagase de sus propios bienes los 9.250 maravedíes y después que él los pidiese a quien creyera conveniente.
La averiguación de 1569 nos ofrece sustanciosos datos sobre las propiedades, ingresos y gastos de la cofradía, el mayordomo presentó el libro de cuentas y de él se dedujo: “que la dicha cofradía es muy antigua y que tiene trescientos cofrades poco más o menos y que la dicha cofradía tiene de rentas cada un año de censos dos mil y seiscientos cinco maravedíes de renta que los dichos censos los dejaron mucho tiempo ha los vecinos de esta villa a la dicha cofradía.- 2.605
Ítem parece que la dicha cofradía tiene un haza que se arrienda cada un año por siete reales.- 238
Ítem parece, por declaración del dicho mayordomo y de otros oficiales de la dicha cofradía, que se allega en cada un año de limosna entre los cofrades tres ducados un año con otro. 1.122
Ítem declaró el dicho mayordomo y oficiales que la dicha renta de la dicha cofradía se gasta y distribuye en treinta misas que se dicen en cada un año por los hermanos y cofrades de ellas y dos fiestas que se dicen, que se gastarán entre fiestas y misas dos mil maravedíes, por estar la ermita de Nuestra Señora de Alharilla media legua de esta villa, y demás de esto, en el hospital que tiene esta dicha ermita en esta villa, se gastan en camas y mantas a los pobres que en él se acogen y otros pobres enfermos que se llevan a otras villas y en reparos de la dicha ermita y del dicho hospital y en los tejados y otros gastos y reparos que tienen mucha cantidad de maravedíes y no basta la renta que tiene para ello, sino fuese porque los hermanos lo dan y ayudan con sus limosnas y así mucha parte de la dicha ermita y hospital está para se caer por no tener renta con que se haga. Otro sí parece, por el dicho libro de la dicha cofradía, que le fue tomada cuenta a Hernando de la Torre, mayordomo que fue de la dicha cofradía, antecesor del dicho Marcos López, la que parece que se tomó por el prior y oficiales de la dicha cofradía en ocho días del mes de mayo de mil y quinientos sesenta y nueve años y que el dicho mayordomo fue alcanzado en tres mil y ochocientos y sesenta y un maravedíes en dineros y que no hubo otro alcance y para ello el dicho mayordomo exhibió un libro de gasto de por menudo que parece haber hecho por la dicha cofradía que mandó tres mil y setecientos y cuarenta y ocho maravedíes, y demás de esto están haciendo un tejado en la dicha ermita de nuevo incorporado la teja y materiales y que para hacerlo han de pedir de limosna entre los hermanos de la dicha cofradía y esto declaró el dicho mayordomo debajo de juramento que hizo so pena de perjurio y dijo sí juro y amén y lo firmaron los dichos señores oficiales”.
En dos de abril de 1577 los visitadores mandan traer el libro de cuentas y examinan las tomadas desde el año 1573 a 1575, en la de este último año del mayordomo Juan García Tendero, se especifica que no dio como gasto 1.241 maravedíes que pagó de misas en Alharilla, pues él los dio de sus bienes como limosna, y tomaron la que faltaba por tomar del año 1576 a Francisco Canalejo, la cual quedó expresada en esta forma:
“Cargo:
5.810 maravedíes de limosnas del año de su mayordomía, de ellos 2.506 maravedíes fueron en dinero y en alguna lana, y los 3.000 maravedíes de ocho fanegas y diez celemines de trigo que se vendieron a once reales la fanega.
803 maravedíes de un censo, 748 de otro censo, 714 de otro censo, 442 de la renta de una hazuela, 272 maravedíes de un censo, 550 maravedíes de un censo. Monta el cargo 9.339 maravedíes
Data.
323 maravedíes que se pagaron a Rodrigo Alonso, clérigo capellán mayor por la fiesta que se celebró en Alharilla el día de la Encarnación.
272 maravedíes que se pagaron a Juan de Porcuna y Bartolomé R. clérigos por oficiar la misa en la ermita.
2.328 maravedíes que pagó a Juan García de la Tendera mayordomo anterior del alcance que hizo a la cofradía.
500 maravedíes que pagó a García Alonso de su salario de escribano de la cofradía.
4.807 maravedíes de gastos por menudo en llevar pobres del hospital de esta villa fuera de esta villa, en los hermanos de la cofradía que van a la fiesta y en dos hachas de cera y en otros gastos.
Monta la data y descargo: 8.230 maravedíes, por lo que resulta alcanzado Francisco Canalejo en 1.900 maravedíes”.
Después de tomarla los visitadores pasaron a dar algunos mandatos de carácter económico, ordenando que dado que el trigo, frutos y lana que daban los hermanos y limosnas se habían vendido a bajo precio, que a partir de ahora se haga con intervención de los oficiales y en pública almoneda, guardando los recibos para presentarlos a los visitadores, ya que de no hacerlo así no les será tomado en cuenta y tendrán que pagarlo de sus propios bienes.
Las exigencias de los visitadores quedan de manifiesto pues como resultado de que el mayordomo de 1556 Cristóbal Gutiérrez Calvo, dejó a deber a la cofradía 19.299 maravedíes, ordenan que su heredero Antonio Rodríguez Grande, que dispone de bienes suficientes, “fuese puesto en la cárcel pública e no fuese soltado hasta que los pagase según e como se contiene en los autos e proceso que sobre ello pasaron ante el escribano de nuestra visita, por tanto mandamos al mayordomo los cobre y se gasten en hacer el cuerpo y aposentos que se han de hacer en el hospital de la cofradía para los pobres, en el corral que se toma de la otra casa y lo que sobre se dé en un censo”.
Continúa con una curiosa investigación sobre un legado hecho a favor de la cofradía, los visitadores fueron informados que Pedro Sánchez de Sevilla, vecino que fue de Porcuna, dejó en testamento una panilla de aceite, cada sábado, sobre un olivar en el pago de Campanario, para la lámpara de Alharilla, y que hacía más de treinta años que no se ha dado la dicha panilla por los propietarios del olivar, por lo que mandan traer traslado del testamento otorgado por Pedro Sánchez de Sevilla ante el escribano Luis de Arévalo en nueve de junio de mil quinientos veinte, del cual se dedujo que lo dejó con cargo de decir una vigilia en la iglesia mayor de la villa cada un año y de dar un panilla de aceite el sábado de cada semana perpetuamente para la lámpara de Santa María de Alharilla, presentó el testamento Pedro Díaz de Aguilera nieto del testador y declaró que él tenía la viña y olivar contenido en el testamento con el cargo de la misa y la panilla, y que hacía doce o catorce años, más o menos, que su hermano Luis de Aguilera le había dicho que había enviado la panilla de aceite al hospital de Alharilla, que no la habían querido recibir y que antes de él doce o catorce años tuvieron su padre y su madre el olivar y cree que ellos pagaron el aceite. Los visitadores mandaron que el dicho Pedro Díaz de Aguilera pagase doce arrobas de aceite de los catorce años que había dejado de pagar y que a partir de este momento pagase cada sábado la panilla al hospital de Santa María de Alharilla.
No hemos localizado aún, si se conservan otras visitas realizadas, aunque por el resumen de ellas sabemos que en 1584 el mayordomo Ruy López de la Cova fue alcanzado en 7.081 maravedíes y 1,5 arrobas de aceite, y en 1599 el mayordomo Antón León fue alcanzado en 6.579 maravedíes y 20 fanegas de trigo.